Afobia: prejuicios y discriminación contra la asexualidad
La asexualidad, o la falta de atracción sexual por cualquier género, es una orientación sexual, una variante natural del comportamiento humano como lo son la homosexualidad, la heterosexualidad, la bisexualidad, etc. Obviamente, la asexualidad no es una moda, (¿y cómo podría serlo en sociedades hipersexualizadas como las occidentales?) ni una elección, por lo que no debe confundirse con la castidad o la abstención de relaciones sexuales por motivos morales y/o religiosos.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DMS) no es claro en cuanto a la asexualidad (ya que ha sido extremadamente cauteloso en la despatologización de la homosexualidad y la transexualidad), sin embargo, a pesar de la controversia, se especifica que no se debe confundir la asexualidad con los trastornos psiquiátricos.
En la página 434, en el apartado de Trastorno de Interés Sexual Femenino/Arousal (302.72), al final de las «Características Diagnósticas», se lee: «Si la falta de deseo sexual a lo largo de la vida se explica mejor por la autoidentificación como «asexual», entonces no se haría el diagnóstico de trastorno de interés/excitación sexual femenino». En la página 443, en el apartado de Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo Masculino (302.71), al final del «Diagnóstico diferencial», dice: «Si la falta de deseo sexual a lo largo de la vida se explica mejor por la autoidentificación como ‘asexual’, entonces no se haría el diagnóstico de trastorno de interés/excitación sexual femenino.»
Pero a pesar de esto, existe mucho desconocimiento sobre la asexualidad, y con el progresivo aumento de su visibilidad como resultado del trabajo de muchos activistas empezamos a asistir a una verdadera fobia a la asexualidad, una especie de afobia que presenta muchas similitudes con la homofobia, la bifobia y la transfobia.
«En peligro de extinción»
Un claro episodio de esta fobia se produjo en Italia durante el episodio del programa de radio «Al posto del cuore» emitido en Radio2 a las 11 horas del 4 de agosto de 2018. Durante la emisión las conductoras Paola Perego y Laura Campiglio trataron el tema de la asexualidad, burlándose de las personas asexuales y mostrando una preocupante ignorancia, muestra de tópicos y estereotipos típicos de nuestro país. Ha habido afirmaciones especialmente tristes como:
«Una cosa a la que hay que decir no con firmeza: las personas asexuales.»
«¿Son los que no ponen el pan en el horno?»
«No, peor, lo reivindican como una opción de vida. Pero, ¿dónde iremos a parar?»
Después de esta brillante introducción ha habido también muchas ofensas, ya que a las personas asexuales se les ha llamado a menudo raras o enfermas y se ha calificado la asexualidad como una enfermedad o dolencia, llegando a la cúspide del absurdo con chistes como «Hay una buena noticia: las personas asexuales ciertamente no se reproducen, por lo que son una categoría en peligro de extinción.»
Por si todo esto fuera poco, también hubo numerosos comentarios llenos de estereotipos sexistas, como cuando los conductores cuestionaron el hecho de que puedan existir hombres asexuales o cuando uno dijo que para las mujeres la asexualidad puede ser algo positivo ya que esto les permitiría no tener que depilarse. A alguien le puede parecer incluso gracioso todo esto, pero desde luego no lo es para quienes son asexuales y deben vivir cada día con prejuicios e incomprensiones de este tipo.
«Reprogramémoslos»
No sólo en Italia, sino también en el extranjero: el sitio estadounidense breibart.com, conocido por sus posiciones de derechas, ha publicado recientemente un artículo en el que se informa de un discurso, pronunciado por la «experta israelí» (en lo que no se informa) Arian Lev, en el que describe la asexualidad como una falta de energía, reforzando el tópico totalmente infundado de que la vida de una persona asexual no es una vida plena, una vida plenamente vivida.
Según Lev, la solución sería reprogramar el subconsciente de las personas asexuales para curarlas y hacerlas sexuales. Es evidente que estas posturas, tan alejadas de las de la psicología oficial, no son más que el fruto del odio y el miedo a algo que Lev no conoce bien o no entiende del todo.
Además, una vez más se flanquean la afobia y el sexismo, de hecho para Lev las que más sufrirían la falta de relaciones sexuales serían las mujeres. Esta idea probablemente proviene de la preconcepción misógina de que las mujeres necesitarían el sexo para vivir una vida plena, ya que fueron hechas exclusivamente para ello. En la práctica, no sólo se juzga a las mujeres como malas cuando tienen demasiado sexo y cuando les gusta, sino que ahora incluso se las considera enfermas cuando no les gusta.
Leyes discriminatorias
A menudo los esfuerzos realizados por las personas asexuales para ser aceptadas se consideran menos legítimos, ya que la gente cree que no hay leyes discriminatorias en el mundo para las personas asexuales. Es cierto que las fobias han tendido y tienden a institucionalizarse en leyes más severas para las personas homosexuales, bi o transexuales, pero hay sistemas legislativos que penalizan también a las personas asexuales, no distinguiendo los conceptos de atracción sexual y amor romántico (que sí experimentan algunas personas asexuales).
Un ejemplo de esto son las leyes sobre la consumación del matrimonio, o las leyes que invalidan el mariage blanc, un matrimonio en el que no se producen relaciones sexuales (como en muchos de los matrimonios entre personas asexuales). Recientemente se han derogado leyes similares en Australia, pero aún se aplican en Inglaterra y Gales (curiosamente sólo para el matrimonio heterosexual), donde sin embargo la ley no se tiene realmente en cuenta como en otros países, incluida la India, en la que aunque no es ilegal no consumar el matrimonio, éste se considera inválido o susceptible de ser invalidado hasta que la esposa permanezca virgen.
En definitiva, digan lo que digan quienes no consideran a las personas asexuales como parte de la comunidad queer, parece que tienen que enfrentarse a fobias, prejuicios y dificultades muy similares a las del resto de minorías sexuales. Aunque no todo el mundo se ha dado cuenta todavía, la revolución sexual de los años sesenta nos enseñó a no juzgar mal a quienes disfrutan del sexo casual, ahora ha llegado el momento de ceder espacio, dar voz y aceptar también a quienes no les gusta nada el sexo.