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Un thriller asesino que se adentra en el terror

Kevin B. Lee | 2012-01-26

«Kill List» está disponible bajo demanda a través de determinados proveedores de cable. Comprueba la disponibilidad en tu zona en IFC On Demand.

Por Kevin B. Lee

Pocas cosas sacan a relucir las peores tendencias de Hollywood que el mash-up de género, como demuestran dos de las peores películas del año pasado, «Cowboys vs. Aliens» y «Battle: Los Ángeles» (también conocida como «Día de la Independencia», filmada en parte como documental sobre la guerra de Irak y en parte como videojuego). La mentalidad de «cine-x-meets-movie-y» parece inspirar poco más que creatividad de nivel z en la tierra de los grandes presupuestos y las mentes pequeñas. Y, sin embargo, los británicos tienen un mejor historial a la hora de reunir elementos dispares en un todo convincente. Una de las mejores películas policíacas británicas, «The Lavender Hill Mob», es también una de sus mejores comedias. Su película de terror más famosa, «El hombre de mimbre», es en realidad una trifecta de terror, thriller criminal y musical. Y ahora está «Kill List», de Ben Wheatley, que toma elementos de género aparentemente familiares y los contrarresta de forma que puede resultar desconcertante, pero deja un impacto inolvidable. Y por impacto, no me refiero sólo a una escena en la que intervienen un bibliotecario atado y un martillo.

Antes de profundizar en ese momento, algo de ambientación: Jay (Neil Maskell) y Shel (MyAnna Buring) son una pareja de ex-militares que intenta jugar a las casitas en los suburbios de Yorkshire. A juzgar por sus gritos iniciales, no lo tienen nada fácil: Jay lleva ocho meses sin trabajo y sus ahorros se están agotando. Todo lo que pueden hacer para desahogar sus frustraciones es celebrar peleas de espadas en el césped con su hijo y organizar una montaña rusa de cena con Gal (Michael Smiley), el compañero de guerra de Jay convertido en asesino, lo que lleva a destrozar los platos en el comedor, a discutir planes para nuevos asesinatos a sueldo entre cervezas en el sótano y a que la misteriosa cita de Gal grabe un maleficio en la parte posterior del espejo del baño.