Anismo

El anismo, también conocido como hipertonicidad del suelo pélvico, disinergia del suelo pélvico, defecación disinérgica o contracción paradójica del puborectal, es una condición en la que el esfínter anal externo y el músculo puborectal, uno de los músculos centrales del suelo pélvico, se contraen en lugar de relajarse durante un intento de defecación. El músculo puborectalis forma un cabestrillo alrededor de la parte posterior de la parte inferior del recto y normalmente está tenso (contraído). Este músculo debería poder relajarse y permitir que el ángulo entre el recto y el canal anal se enderece para que las heces puedan pasar con éxito. Esta relajación no se produce en las personas con anismo.

No se entiende bien por qué algunas personas desarrollan anismo. Las personas con anismo suelen tener una sensación de bloqueo o resistencia a la evacuación de las heces. Esto puede ser doloroso y provocar un estreñimiento obstructivo. Otros problemas pueden ser la impactación fecal (heces duras y secas que se quedan en el recto) y el megarectum (aumento del diámetro del recto). Las personas con anismo suelen esforzarse al intentar defecar, lo que irrita aún más los músculos del suelo pélvico. Los hombres y las mujeres con anismo pueden necesitar poner un dedo dentro del ano y aplicar presión para permitir la defecación.

El anismo se diagnostica mediante un examen clínico del recto y algunas pruebas adicionales, como la fisiología anorrectal y la proctografía.

Tratamiento

Muchos pacientes informan de una mejora de sus síntomas con el reentrenamiento del suelo pélvico, que ayuda a que los músculos del esfínter se relajen al ir al baño. Alternativamente, algunos pacientes se benefician de la inyección de toxina botulínica en el músculo puborrectal. La primera inyección ayuda a realizar el diagnóstico. Si el anismo es la causa de los síntomas del paciente, el efecto beneficioso puede ser evidente en la primera semana, pero puede tardar hasta seis semanas en aparecer. Si no hay cambios en los síntomas después de seis semanas, no se administra ninguna otra inyección. Si la inyección ayuda, se repite, y es esta segunda inyección la que proporciona un beneficio a largo plazo, que puede durar años o ser permanente. Si la inyección inicial de toxina botulínica no tiene éxito, puede haber un prolapso rectal interno subyacente, y para confirmarlo se realizará un examen bajo anestesia en el quirófano.

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