António Vieira

António Vieira, (nacido el 6 de febrero de 1608, en Lisboa, Portugal, y fallecido el 18 de julio de 1697, en Salvador, Brasil), misionero jesuita, orador, diplomático y maestro de la prosa clásica portuguesa que desempeñó un papel activo en la historia de Portugal y de Brasil. Sus sermones, cartas y documentos de Estado constituyen un valioso índice del clima de opinión del mundo del siglo XVII.

Vieira fue a Brasil con sus padres cuando era un niño de seis años. Educado en el colegio de los jesuitas de Bahía, ingresó en la Compañía de Jesús en 1623 y se ordenó en 1635. Pronto se convirtió en el predicador más popular e influyente de la colonia, y sus sermones en los que exhortaba a las distintas razas a unirse a los portugueses en armas contra los invasores holandeses de Brasil (1630-54) se consideran la primera expresión de la mística nacional brasileña de formar una nueva raza de mestizos. Además de la lengua tupí-guaraní, la lingua franca del litoral brasileño, Vieira aprendió varios dialectos amazónicos locales y la lengua kimbundu de los esclavos negros que habían sido traídos a Brasil desde Angola.

Vieira trabajó entre los indios y los esclavos negros hasta 1641, cuando fue con una misión a Portugal para felicitar al rey Juan IV por su ascensión. El rey pronto cayó bajo el hechizo de la personalidad segura y magnética de Vieira y llegó a considerar al alto, delgado y dinámico jesuita como «el mejor hombre del mundo». El rey lo nombró tutor del infante, predicador de la corte y miembro del consejo real. La devoción de Vieira por el rey era tal que, tras la muerte de Juan (1656), se formó la idea fija de que el rey volvería para inaugurar una profetizada edad de oro de paz y prosperidad.

Entre 1646 y 1650 Vieira participó en misiones diplomáticas en Holanda, Francia e Italia. Pero por su abierta defensa de la tolerancia de los judíos convertidos al cristianismo en Portugal y por su disposición a ceder Pernambuco a los holandeses como precio de la paz, se ganó enemigos en Portugal. En 1652, le pareció prudente abandonar el país para dirigirse a Brasil. Su denuncia de la esclavitud en ese país provocó su regreso a Lisboa en 1654. Durante su estancia en Portugal, consiguió decretos que protegían a los indios brasileños de la esclavitud y creaban un monopolio para los jesuitas en el gobierno de los indios, y regresó triunfante en 1655. Reanudó su misión apostólica en Maranhão y en el delta del Amazonas, donde durante seis años viajó mucho y trabajó enérgicamente antes de verse obligado a volver a Lisboa en 1661. Por profetizar el regreso de Juan fue condenado por la Inquisición y encarcelado (1665-67).

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Al ser liberado (1668) se dirigió a Roma, donde consiguió asegurar al menos una tolerancia temporal para los judíos convertidos. Allí permaneció seis años, siendo confesor de la reina Cristina de Suecia y miembro de su academia literaria. En 1681 regresó a Bahía, donde permaneció, luchando por la libertad de los indios, hasta su muerte a los 89 años.

Vieira es reclamado como maestro literario tanto por los portugueses como por los brasileños. Aunque su estilo de prosa, en su ornamentación, latinismos y elaborados conceptos, es un producto del Viejo Mundo, sus obras son del Nuevo Mundo en su libertad emocional, audacia de pensamiento y actitud avanzada de tolerancia racial.