Anthony Bourdain vio lo mejor de Colombia a través de su gente
El suicidio de Anthony Bourdain, el pasado 8 de junio, provocó una avalancha de palabras de quienes tocó en sus años como presentador de televisión y autor. Fue casi sorprendente la profundidad de la influencia que tuvo en personas de todo el mundo, incluso en colombianos como el futbolista Tino Asprilla que tuiteó un clip de Bourdain.
En su premiado programa «No Reservations» para The Travel Channel, Bourdain visitó Cartagena y Medellín antes de volver al país de nuevo para visitar Bogotá y Cali con CNN en «Parts Unknown». En Bogotá, fue al restaurante La Puerta Falsa con el novelista paisa Héctor Abad
Aunque había olvidado partes del primer episodio, en un reciente repaso tras su muerte el viernes, sonreí al ver a Bourdain comiendo chunchurria en San Antonio de Pereira o tomando una sancochada en una azotea por el conocido barrio de Santo Domingo de Medellín.
Como le dijo su guía local Laura en Medellín: «Me alegro mucho de que veas la parte de Colombia que a veces la gente no quiere ver. Creo que la verdadera belleza de Colombia está en estos barrios».
Mostró a la gente común a través del medio común de la comida, a menudo a favor de caer en las trampas que otros harían al centrarse demasiado en las celebridades o las élites en todas estas partes del mundo. Nos mostró quién era la persona del otro lado del mundo al mostrarnos quiénes somos nosotros.
Seguro que era un embajador que podía ayudar a dar la vuelta al estereotipo del «americano feo» en el extranjero y un documentalista periodístico que nos mostraba lugares que quizá nunca hubiéramos visto de otra manera. Pero, en el fondo, su programa nos enseñó que no hay explicaciones ordenadas ni estereotipos para la forma de ser de las personas o las culturas. Nos abrió las puertas de estos lugares lejanos para mostrarnos que la gente puede reunirse en torno a la comida, la bebida y la experiencia humana común.
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