Artículo de revisiónFármacos ansiolíticos: dependencia, adicción y abuso☆
Los conceptos de dependencia, adicción y abuso comprenden fenómenos clínicos que se superponen. Los primeros fármacos ansiolíticos, en particular los barbitúricos, eran propensos al abuso, es decir, al uso no médico, y al abuso de dosis elevadas. Sus homólogos modernos, las benzodiacepinas, son objeto de abuso de forma irregular y a veces se toman en dosis regularmente elevadas. Sin embargo, el principal problema es la dependencia física que se manifiesta en un síndrome de abstinencia al dejar de tomar la droga.
El síndrome de abstinencia se ha descrito cuidadosamente y comprende características físicas y psicológicas. En particular, pueden predominar síntomas perceptivos como fotofobia, hiperacusia y sensación de inestabilidad. El síndrome puede aparecer durante la reducción de la dosis, pero generalmente comienza entre 2 y 10 días después de haber dejado de tomar la benzodiacepina, dependiendo de su vida media de eliminación. Alrededor de un tercio de los consumidores de larga duración sufren un síndrome reconocible incluso después de la reducción de la dosis, y su duración suele ser de sólo unas semanas. Unos pocos pacientes sufren un síndrome de abstinencia prolongado, a menudo caracterizado por espasmos musculares. El tratamiento del síndrome de abstinencia es de apoyo e inespecífico.
Algunos de los pacientes que inician la terapia con benzodiacepinas aumentan la dosis. Suelen mostrar los rasgos característicos de la personalidad «pasivo-dependiente» y pueden haber abusado previamente de otros depresores del SNC como los barbitúricos y el alcohol.
El abuso de las benzodiacepinas se produce de forma bastante variada de un país a otro. En todo el mundo, el flunitrazepam ha sido motivo de preocupación, pero en el Reino Unido el principal problema ha sido el uso intravenoso del temazepam.
La farmacología molecular del receptor de las benzodiacepinas ha sido ampliamente estudiada y es sin duda compleja. Los procesos que subyacen a la dependencia y al abuso todavía no se conocen bien, pero puede producirse una disociación entre el receptor y el efector en el uso a largo plazo.
En la búsqueda de nuevos ansiolíticos, uno de los atributos buscados ha sido la ausencia de dependencia y de potencial de abuso. Los agonistas parciales de las benzodiacepinas pueden tener un menor potencial de dependencia y abuso que los compuestos más antiguos, pero se necesitan más estudios y controles a largo plazo. Los ansiolíticos que actúan sobre el sistema de la serotonina, como la buspirona, parecen tener hasta ahora poca o ninguna propensión a inducir dependencia o abuso.