Awen

La primera mención registrada de la palabra aparece en la Historia Brittonum de Nennius, un texto latino del año 796, basado en parte en escritos anteriores del monje galés Gildas. Aparece en la frase ‘Tunc talhaern tat aguen in poemate claret’ (Talhaern, el padre de la musa, era entonces famoso en la poesía), donde la palabra galesa antigua aguen (awen) aparece en el texto latino que describe a los poetas del siglo VI.

También se registra en su forma actual en Canu Llywarch Hen (¿siglo IX o X?) donde Llywarch dice «conozco por mi awen» indicando que es una fuente de conocimiento instintivo.

Sobre las conexiones entre el awen como inspiración poética y como infusión de la Divinidad, El Libro de Taliesin lo implica a menudo. Un ejemplo particularmente llamativo está contenido en las líneas:

ban pan doeth peir
ogyrwen awen teir

-literalmente «los tres elementos de inspiración que salieron, espléndidos, del caldero» pero implícitamente «que vinieron de Dios» ya que ‘peir’ (caldero) puede significar también ‘soberano’ a menudo con el significado de ‘Dios’. Es el «tres elementos» lo que está hábilmente trabajado aquí ya que awen se caracterizaba a veces por consistir en tres subdivisiones (‘ogyrwen’) así que «el ogyrwen de la inspiración trina», tal vez sugiriendo la Trinidad.

Giraldus Cambrensis se refirió a los inspirados por el awen como «awenyddion» en su Descripción de Gales (1194):

HAY ciertas personas en Cambria, que no encontrarás en ningún otro lugar, llamadas Awenyddion, o personas inspiradas; cuando se les consulta sobre cualquier acontecimiento dudoso, rugen violentamente, se ponen fuera de sí, y se vuelven, como si fueran, poseídos por un espíritu. No dan la respuesta a lo que se les pide de una manera conectada; pero la persona que los observa hábilmente, encontrará, después de muchos preámbulos, y muchos discursos nugatorios e incoherentes, aunque ornamentados, la explicación deseada transmitida en algún giro de una palabra: entonces son despertados de su éxtasis, como de un sueño profundo, y, como si fuera, por la violencia obligada a volver a sus sentidos apropiados. Después de haber respondido a las preguntas, no se recuperan hasta que son sacudidos violentamente por otras personas; tampoco pueden recordar las respuestas que han dado. Si se les consulta por segunda o tercera vez sobre el mismo punto, hacen uso de expresiones totalmente diferentes; tal vez hablan por medio de espíritus fanáticos e ignorantes. Estos dones se les confieren generalmente en sueños: a algunos les parece que se les derrama leche dulce o miel en los labios; otros se imaginan que se les aplica un programa escrito en la boca y al despertar declaran públicamente que han recibido este don.

(Capítulo XVI: Sobre los adivinos de esta nación, y las personas como si estuvieran poseídas)

En 1694, el poeta galés Henry Vaughan escribió a su primo, el anticuario John Aubrey, en respuesta a una solicitud de información sobre los restos de la Druidería que existían en Gales en esa época, diciendo

… los antiguos bardos … no comunicaban nada de sus conocimientos, sino por medio de la tradición: lo que supongo que es la razón por la que no nos queda ninguna cuenta ni ningún tipo de restos, u otros monumentos de su aprendizaje de la forma de vida. En cuanto a los bardos posteriores, tendréis un relato de lo más curioso: esta vena poética la llamaban Awen, que en su lengua significa arrebato o furor poético (en verdad), ya que muchos de ellos con los que he conversado están (como puedo decir) dotados o inspirados por ella. Me contó una persona muy sobria y conocedora (ya fallecida) que en su tiempo había un joven huérfano de padre & de madre, tan pobre que se veía obligado a mendigar; pero que al final fue recogido por un hombre rico, que tenía una gran cabaña de ovejas en los montes, no muy lejos del lugar donde yo vivo ahora, que lo envolvió & y lo mandó a los montes a guardar sus ovejas. Allí, en tiempo de verano, siguiendo a las ovejas & mirando a sus corderos, cayó en un profundo sueño en el que soñó que veía a un hermoso joven con una guirnalda de hojas verdes en la cabeza, & un halcón en el puño con un carcaj lleno de flechas en la espalda, que se acercaba a él (silbando varios compases o melodías durante todo el camino) y que por fin dejaba volar el halcón hacia él, que (soñó) se metía en su boca & interior, & despertando de repente con un gran miedo & consternación: pero poseído con tal vena, o el don de poetrie, que dejó las ovejas & fue por el Countrey, haciendo canciones en todas las ocasiones, y llegó a ser el más famoso Bard en todo el Countrey en su tiempo.

– Henry Vaughan, en una carta a John Aubrey, octubre de 1694