Bultos que pican en la espalda
Este paciente tenía prurigo nodular (PN). El diagnóstico suele hacerse clínicamente por la aparición de las lesiones y el ciclo de prurito severo y rascado. En este caso, el paciente presentaba lesiones agudas excoriadas además de lesiones más crónicas que se habían convertido en nódulos hiperpigmentados. El patrón de distribución en la espalda era típico y ponía de manifiesto el curso clínico de la NP. No había lesiones presentes donde el paciente no podía rascarse; sin embargo, las lesiones estaban presentes donde podía alcanzarlas, de ahí el término nódulos de Picker. A menudo, estos pacientes tienen antecedentes de dermatitis atópica, y la ansiedad puede desempeñar un papel en el hecho de que los pacientes se rasquen nerviosamente las lesiones.
La biopsia está indicada si hay sospecha de penfigoide ampolloso o linfoma cutáneo de células T. La patología de la NP muestra un aumento de la densidad de las fibras nerviosas en la dermis junto con un mayor número de células T, mastocitos y granulocitos eosinófilos. La mayoría de los pacientes no requieren una biopsia a menos que el diagnóstico sea dudoso.
El tratamiento puede ser difícil debido a la grave pruritis y al consiguiente rascado que parece prolongar el ciclo crónico de la inflamación. El uso diario de antihistamínicos no sedantes (p. ej., loratadina, cetirizina) puede ayudar a reducir el prurito y romper el ciclo. Los antihistamínicos sedantes (p. ej., difenhidramina, hidroxizina) pueden utilizarse con precaución a la hora de acostarse; el uso de guantes de algodón mientras se duerme puede reducir el rascado y las excoriaciones nocturnas.
Los esteroides tópicos (p. ej., triamcinolona, betametasona) pueden reducir el picor y la inflamación local. Los emolientes pueden ayudar con la dishidrosis y el eczema asociados, si están presentes.
Las terapias de segunda línea incluyen los inhibidores tópicos de la calcineurina (p. ej., tacrolimus, pimecrolimus), el calcipotrieno y la terapia con rayos UVB de haz estrecho.
A este paciente le había ido razonablemente bien con cetirizina y triamcinolona en el pasado, por lo que se reinició el tratamiento. Se le aconsejó sobre la naturaleza y la cronicidad de su NP y se le dijo que si conseguía controlar los síntomas y dejar de rascarse las lesiones, su enfermedad podría resolverse.