Cuestiones de gestión en el síndrome metabólico
El síndrome metabólico o síndrome dismetabólico cardiovascular se caracteriza por la obesidad, la obesidad central, la resistencia a la insulina, la dislipidemia aterogénica y la hipertensión. Los principales factores de riesgo que conducen a este síndrome son la inactividad física y una dieta aterogénica, y la característica clínica fundamental es la obesidad o adiposidad abdominal. Además, los pacientes suelen tener triglicéridos elevados, colesterol HDL bajo, colesterol LDL elevado, otros parámetros lipídicos anormales, hipertensión y glucemia en ayunas elevada. También se observa un deterioro de la fibrinólisis, una mayor susceptibilidad a los eventos trombóticos y un aumento de los marcadores inflamatorios. Dado que la India tiene el mayor número de sujetos con diabetes de tipo 2 en el mundo, puede extrapolarse que este país también tiene el mayor número de pacientes con el síndrome metabólico. Los estudios epidemiológicos confirman una alta prevalencia. El enfoque terapéutico implica la intervención a nivel macro y el control de múltiples factores de riesgo mediante enfoques terapéuticos del estilo de vida (control de la dieta y aumento de la actividad física, farmacoterapia -agentes contra la obesidad-) para el control de la obesidad y la obesidad visceral, y un enfoque específico para el control de los factores de riesgo individuales. La terapia farmacológica es un paso fundamental en el tratamiento de los pacientes con síndrome metabólico cuando las modificaciones del estilo de vida no consiguen los objetivos terapéuticos. Pueden probarse fármacos contra la obesidad, como la sibutramina y el orlistat, para reducir el peso y la obesidad central y controlar conjuntamente los componentes del síndrome metabólico. Aparte de la pérdida de peso, no hay una terapia única que sea la mejor y el tratamiento debe consistir en el tratamiento de los componentes individuales del síndrome metabólico. Los nuevos fármacos, como el bloqueador de los receptores endocannabinoides, rimonabant, parecen prometedores en este sentido. La dislipidemia aterogénica debe controlarse inicialmente con estatinas si hay un aumento del colesterol LDL. Si hay otras anomalías lipídicas, debe considerarse el tratamiento combinado de estatinas con fibratos, ácido nicotínico o ezetimiba. Para la resistencia a la insulina, existen fármacos como las tiazolidinedionas y los bloqueadores del sistema renina-angiotensina. Las pruebas disponibles sugieren que los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y los bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA) pueden ser más beneficiosos para el tratamiento de la hipertensión en pacientes con síndrome metabólico en comparación con otros, ya que estos fármacos también previenen el desarrollo de la diabetes. Los pacientes con síndrome metabólico también presentan elevaciones del fibrinógeno y otros factores de coagulación que conducen a un estado protrombótico, y la aspirina puede ser beneficiosa para la prevención primaria en estos pacientes. Los nuevos avances en el tratamiento del síndrome metabólico con fármacos, como los agonistas de los receptores activados por el proliferador de peroxisomas (PPAR) y los antagonistas del receptor cannabinoide 1, ampliarán los horizontes de las opciones terapéuticas actuales. La polifarmacia combinada a dosis fijas utilizando una sola píldora es un concepto interesante que debe ser evaluado en ensayos prospectivos a largo plazo en dichos pacientes.