Cuidado con la bebida maligna…

En The Storytellers uno de nuestros principios rectores es que las historias moldean nuestras creencias y nuestras creencias moldean nuestros comportamientos. Por eso me fascinó escuchar anoche en Radio Four a Kate Fox, antropóloga social, hablando de su trabajo sobre los aspectos culturales del consumo de alcohol en el Reino Unido.

En este país existe la creencia de que el alcohol tiene poderes mágicos, que transforman a personas normales y corrientes que respetan la ley en depredadores sexuales violentos y desordenados. Esta creencia se ve reforzada por la multitud de historias que escuchamos sobre las travesuras de los jóvenes que se emborrachan los sábados por la noche y, de hecho, por la propia publicidad del Gobierno sobre el tema.

Kate y su equipo de investigación han realizado extensos estudios científicos sobre el tema. Su sorprendente conclusión es que el alcohol en sí mismo no impulsa este comportamiento antisocial, sino que la verdadera causa es la creencia cultural de que el alcohol tiene este efecto en la gente. Cuando la gente bebe alcohol, actúa de acuerdo con sus creencias sobre cómo debe comportarse uno cuando está borracho. Su comportamiento refleja, emula y refuerza sus creencias preexistentes. Lo realmente interesante es que cuando Kate y su equipo sustituyeron las bebidas alcohólicas de las personas por placebos sin alcohol, éstas siguieron comportándose exactamente igual. La presencia o ausencia de alcohol no era el factor determinante en la forma de actuar de la gente.

En otras partes del mundo donde hay culturas con actitudes muy diferentes sobre los efectos del alcohol, los comportamientos sociales resultantes son muy diferentes. Esta diferencia no se explica por la cantidad de alcohol que se consume, de hecho hay países donde la gente bebe más alcohol que en el Reino Unido, pero que no sufren la misma cultura de comportamiento antisocial.

La conclusión de Kate fue que si queremos hacer frente al comportamiento antisocial relacionado con el alcohol, deberíamos dejar de intentar reducir la cantidad de alcohol que la gente bebe y centrarnos, en cambio, en cambiar las creencias de la gente sobre cómo el consumo de alcohol afecta a nuestro comportamiento.

¿Cuántas veces hemos compartido o escuchado historias sobre las travesuras de una buena noche de fiesta? Puede que no nos hayamos dado cuenta, pero son estas historias y no el alcohol las que marcarán nuestro comportamiento futuro.

Nailia Tasseel

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