Edades y etapas: Todo sobre el conocimiento del cuerpo

0 a 2: «¡Me aguanto!»

por Carla Poole

La recién nacida Annie está molesta. Emite un gemido agudo mientras agita sus extremidades. Su padre le habla suavemente, arropando sus brazos y piernas y envolviéndola con una suave manta. La mece y le canta una suave canción de cuna. Annie se calma poco a poco, establece contacto visual y empieza a arrullar a dúo con su padre.

Incluso cuando están angustiados, los bebés nacen preparados para responder a experiencias sensoriales agradables. La visión de una cara sonriente, la presión táctil de una manta e incluso el olor de su padre desempeñan un papel en la capacidad del bebé para recogerse y organizarse. Un «sentido del cuerpo» emergente e inconsciente le ayuda a orientarse en relación con otras personas y objetos.

Combinación de los sentidos

Los bebés descubren visualmente su cuerpo cuando notan por primera vez sus manos. Cuando un bebé puede sostener objetos, ha alcanzado un hito en su capacidad para comprender las relaciones espaciales. Por ejemplo, Jason, de 6 meses, sostiene un sonajero y lo examina atentamente. Lo agita, lo mira, lo vuelve a agitar y se lo lleva a la boca. La propiocepción -el sentido de la posición y el movimiento de su propio cuerpo- le ayuda a controlar sus movimientos. Hay terminaciones nerviosas en las articulaciones y los músculos de los dedos, la muñeca y el brazo que envían señales al cerebro. A continuación, el cerebro envía señales a su cuerpo, lo que le permite coordinar la visión, el control muscular y la planificación de los movimientos. Miles de neuronas que se disparan en su sistema nervioso central le permiten alcanzar el objetivo deseado: explorar ese objeto interesante con la boca.

Moviendo en el mundo

Los bebés siguen utilizando esta información sensorial múltiple para maniobrar en el espacio. Maya, de ocho meses, y su madre están sentadas en la alfombra. Maya se inclina, empuja sus manos hacia abajo sobre la pierna de su madre y luego traslada parte de su peso a sus brazos. A continuación, levanta lentamente la rodilla izquierda y pone el pie en el suelo. Por último, empuja el pie hacia abajo y se levanta en una posición semiagachada. Maya sonríe a su madre y ve el mundo desde una nueva perspectiva.

Este tipo de exploración autoiniciada proporciona a Maya mucha información sensorial. Las terminaciones nerviosas de su tobillo y su pie le indican dónde está el suelo y con qué fuerza tiene que empujar para llegar a donde quiere ir. Su sentido vestibular (u oído interno) le ayuda a mantener el equilibrio y permanecer erguida a pesar de la gravedad. Está desarrollando y ejecutando un plan motor que pronto le llevará a gatear y caminar.

Aprendizaje de conceptos espaciales

Los conceptos espaciales, como el sentido de la distancia, se aprenden mediante el movimiento y la exploración. Jacob, de dieciocho meses, está metiendo y sacando unos bloques pequeños de un recipiente. Esta es una de las actividades favoritas de los niños pequeños porque le ayuda a pensar en muchas relaciones espaciales, como dentro, fuera, lleno y vacío, a la vez que hace que sus músculos practiquen la realización de estos conceptos. Cuando un bloque redondo se le escapa de la mano, Jacob lo ve rodar detrás de una estantería y fuera de su vista. Se acerca al lugar donde lo vio por última vez y se desplaza cautelosamente por la estantería. Encuentra el bloque y lo coge a propósito. Ahora Jacob sabe que el objeto tiene que estar en alguna parte, aunque no pueda verlo. Si se mueve alrededor de los objetos más grandes y hacia el lugar más probable, podría encontrarlo. Se trata de una habilidad enorme, que incluye la localización de objetos, la orientación de su posición y la ejecución de su plan de acción.

A los 2 años, los niños pequeños empiezan a consolidar estas habilidades durante las rutinas diarias. Se suben al taburete para alcanzar el grifo del lavabo. Buscan su juguete favorito en la estantería baja. Juegan al cucú y te encuentran debajo de una manta.

La forma más eficaz de que los niños adquieran conciencia del cuerpo y comprensión de las relaciones espaciales es la exploración activa. Saltar sobre una gran almohada les enseña más sobre su cuerpo y sus relaciones espaciales que escuchar un cuento sobre ello o ver cómo lo hace otra persona. Esta actividad desarrolla simultáneamente la fuerza muscular, la coordinación, la confianza en sí mismo y las habilidades de pensamiento.

Lo que puedes hacer

  • Frotar loción en las piernas y los brazos de los bebés para ayudar a desarrollar la integración sensorial y la conciencia corporal.
  • Jugar a encontrar un objeto familiar en un lugar inusual.

De 3 a 4 años: «¡Está demasiado cerca!»

por Susan A. Miller, Ed.D.

Mientras comen juntos un bocadillo, la maestra de Joseph, de 4 años, le dice: «¡Tienes las pestañas más largas!». Mirando al frente, Joseph pregunta: «¿Llegan hasta la jarra de zumo?». La maestra se ríe y responde: «No tan lejos». Curioso, Joseph se pregunta en voz alta: «Entonces, ¿hasta dónde?». Espontáneamente, levanta el dedo y lo mueve lentamente hacia su ojo hasta que siente que toca suavemente sus pestañas. Encantado con su experimento, comparte: «¡Ahora puedo ver y sentir hasta dónde!». Más tarde, Joseph y sus amigos se divierten aún más comprobando la longitud de sus pestañas en un espejo de mano irrompible.

La comprensión de la conciencia espacial de los preescolares está relacionada con sus experiencias corporales. Los conceptos espaciales se desarrollan a lo largo del tiempo gracias a la participación en situaciones concretas, así como a las interacciones con personas y objetos. Como se puede ver en la pregunta de Joseph sobre sus largas pestañas, la noción de espacio para los preescolares tiene una base bastante egocéntrica. Era importante que Joseph se implicara físicamente para hacerse una idea de la longitud real de sus pestañas. Y al observar la longitud de sus pestañas en los espejos, los niños adquieren un sentido de sí mismos en el espacio de otra manera visual. Con su uso del término «lejos», te das cuenta de que Joseph tiene cierta comprensión de la distancia y el espacio. Al acercar su dedo cada vez más y utilizar su cuerpo como punto de referencia, esto valida la comprensión básica de la conciencia espacial. Esto muestra una interesante cualidad relacional entre el niño y su entorno.

La experiencia lleva al aprendizaje

Mientras crea robots con plastilina, la figurita de Jack, de 4 años, sigue cayendo sobre el robot de su compañero. Después de ver que esto ocurre unas cuantas veces, Jack anuncia: «Están demasiado juntos. Mueve el tuyo, Ben. La cabeza de mi robot es demasiado alta». Con eso, Jack golpea la cabeza con su puño. Sonriendo, dice: «¡Ahora está arreglado!»

Para desarrollar sus habilidades de conciencia espacial, los preescolares necesitan diferentes experiencias. El experimento de Jack con su robot de plastilina le ayudó a aprender a encajar cosas y a desmontarlas. Los niños necesitan practicar para reorganizar y dar forma a objetos como la plastilina, y necesitan oportunidades para mirar y describir las cosas desde varios puntos de vista espaciales (desde arriba o desde un lado) para obtener nuevas perspectivas.

Trabajar con bloques

El juego con bloques ofrece oportunidades únicas para que los preescolares tomen conciencia del espacio a través de la disposición de los objetos y la colocación de un objeto junto a otro. Por ejemplo, al principio, los niños de tres y cuatro años no completaban recintos con bloques. Más tarde, cuando aprenden a cerrar espacios, empiezan a nombrar sus recintos («corral» o «casa»). Experimentar el concepto de recinto durante el juego con bloques ayuda a los niños a representar mentalmente la idea abstracta de espacio. Sin embargo, a los preescolares les puede resultar difícil visualizar espacialmente si su oso de juguete cabe o no en la cueva que acaban de construir.

El juego con bloques también ofrece a los preescolares la oportunidad de practicar la verbalización y el seguimiento de instrucciones mediante el uso de palabras relacionadas con la posición y la conciencia espacial. Por ejemplo, los niños de tres años pueden colocar un bloque encima de otros dos, o encontrar el bloque fuera del castillo.

Todo es cuestión de ubicación

A la edad de tres años, los niños desarrollan un gran interés por los detalles espaciales y disfrutan dando instrucciones. En respuesta a la pregunta: «¿Dónde está la habitación de la señorita Noriega?» Mandi le dice a su madre: «Ve al final del pasillo. Está ahí». Como niña de 3 años, puede que sus indicaciones no sean completas o incluso totalmente precisas, pero tiene un sentido de la ubicación en el espacio. La capacidad de los niños en edad preescolar de utilizar puntos de referencia destacados para denotar la ubicación física de los objetos les ayuda a codificar ubicaciones específicas dentro de sus entornos espaciales más amplios. Angelina, de cuatro años, empieza a utilizar los puntos de referencia en su discurso cuando describe la ubicación de los objetos a los demás. En el patio de recreo le dice a su amiga: «La rayuela está detrás del árbol grande».

Identificación del espacio personal

A los 3 años, muchos niños pequeños son capaces de nombrar la calle en la que viven, lo que indica una mayor comprensión de los conceptos de ubicación y conciencia espacial. Con 4 años, mi nieto Adam dice con orgullo a todo el mundo: «¡Vivo en la calle Rockspring de San Antonio, Texas!»

Al acercarse al área de tiempo de grupo, Stefan grita indignado: «¡Ling está sentada en mi espacio!». Es muy evidente que entiende el concepto de espacio en un entorno más amplio en relación con él mismo y con los demás. Los niños de tres años son capaces de demostrar que pueden desplazar su mirada hacia objetos o acciones que se encuentran a cierta distancia -y luego volver a ella- sin confundirse. Dado que los niños de tres años y medio parecen atravesar un período de incertidumbre y descoordinación del control motor, pueden tener algunas dificultades con su orientación espacial durante una actividad como atrapar una pelota. Pueden chocar y tropezar con sus amigos o volcar sus bloques. Sin embargo, a los 4 años, los niños de preescolar se convierten en maestros del espacio cuando se desplazan al aire libre en sus triciclos.

Las habilidades espaciales relacionadas con actividades como jugar con gráficos en el ordenador, hacer dibujos, encontrar el camino de un lugar a otro y reconocer las formas geométricas se alojan en el hemisferio derecho del cerebro y seguirán desarrollándose muy gradualmente a lo largo de los primeros años.

Lo que puede hacer

  • Introducir a los niños en todo tipo de sistemas de representación espacial, como un plano de su habitación, un callejero, un mapa del país o un globo terráqueo. Trabajen juntos para encontrar diferentes lugares.
  • Cuando lea libros ilustrados, señale dónde se encuentran los personajes o los objetos.

5 a 6: «¡Puedo correr más lejos!»

por Ellen Booth Church

«¡Eh, estás de pie en mi espacio!», comenta Lenore, una niña de preescolar muy consciente del espacio. «¡Sólo estoy en la fila!», dice Sally, que está prácticamente encima de Lenore, en lugar de estar junto a ella. Estas dos perspectivas tan diferentes sobre el espacio personal tipifican la gama de conciencia espacial de los niños de preescolar. Lenore y Sally no tienen ni idea de que el «problema» al que se enfrentan es mucho más complejo que estar de pie en la fila. La capacidad de seguir la indicación de «ponerse en fila en la puerta» y, a continuación, ponerse en fila con una distancia adecuada entre ellos -por no hablar de seguirse sin pisarse o caerse- requiere una gran cantidad de habilidades de pensamiento corporal, todas ellas incluidas en la categoría de conciencia espacial. Pero, ¿con qué frecuencia pensamos en estas habilidades cuando pedimos a los niños que realicen esta tarea diaria del jardín de infancia?

No me pises los pies

La conciencia espacial puede definirse como «una conciencia del cuerpo en el espacio, y la relación del niño con los objetos en el espacio». Esto puede incluir la orientación espacial, que es la habilidad que permite a los niños entender y ejecutar las peticiones de que «se alineen en la puerta» o «se pongan de espaldas a la pared.» Este tipo de órdenes pueden confundir, con razón, a los niños porque no han desarrollado una comprensión de cómo funcionan sus cuerpos en el espacio.

Aumento de la conciencia corporal

La conciencia espacial es también una habilidad importante que forma parte de acciones complejas como coger un tenedor y llevárselo a la boca, o verter leche en un vaso. ¿Cuántas veces a la semana tienen sus hijos problemas con todo lo anterior? Probablemente muchas. Esto es bastante normal en esta etapa del desarrollo. A medida que los niños de la guardería crecen y se desarrollan, trabajan y amplían su conciencia espacial, así como sus habilidades motoras y de vocabulario. Los comportamientos torpes que quizá haya visto antes en su aula empiezan a cambiar. Los niños siguen con mayor facilidad las órdenes que implican tanto la motricidad gruesa como la fina. A los 6 años, los niños son más conscientes de su cuerpo y son menos egocéntricos. Esto es importante, porque una parte del problema anterior de comprensión de sus cuerpos en el espacio era la falta de conciencia del espacio de los demás.

Despacio: ¡te mueves demasiado rápido!

Otra razón por la que algunos niños pueden parecer torpes y no ser conscientes de sus cuerpos en el espacio es el hecho de que se mueven demasiado rápido. La exuberancia de los niños de cinco o seis años puede dominar totalmente su conciencia espacial, así como sus habilidades de coordinación motora fina y gruesa. En esta etapa del desarrollo, la mayoría de los niños necesitan moverse con cuidado y conscientemente para evitar colisiones, tropiezos y derrames. Es muy natural que un niño se emocione tanto ante un acontecimiento que parece casi retroceder en sus habilidades motoras. Intenta no darle importancia a esto, porque sólo añadirás vergüenza a la situación. Puedes recordarle alegremente y en voz baja que vaya más despacio u ofrecerle ayuda. Si le quitas importancia, el niño lo dejará pasar rápidamente, luego reducirá la velocidad y seguirá adelante.

Usa tus palabras

La conciencia espacial también es lingüística. La comprensión de las palabras posicionales que la gente utiliza para definirse en el espacio es esencial para la conciencia espacial. A medida que los niños aprenden el vocabulario posicional y lo utilizan con su cuerpo, desarrollan la conciencia espacial. Así es como los niños empiezan a desarrollar la comprensión de la dirección, la distancia y la ubicación. Las palabras posicionales suelen verse y utilizarse en oposición. Entre ellas se incluyen palabras como: dentro y fuera, delante y detrás, al lado y entre, izquierda y derecha, o cerca y lejos.

Construye tu cuerpo

A veces un tono muscular bajo puede dar lugar a comportamientos torpes. Los niños que son sedentarios tienden a tener músculos blandos. Los músculos fuertes son necesarios para sostener el cuerpo al ponerse de pie, caminar, saltar, brincar y realizar actividades de equilibrio. Cuando salga a dar un paseo por la clase, en lugar de limitarse a pasear, añada algunos intervalos de caminata rápida que aumenten el ritmo cardíaco de los niños y pongan a prueba sus músculos.

Lo que puede hacer

  • Ayude a los niños a crear una «carrera de obstáculos humana» al aire libre, en la que tengan que pasar por encima, alrededor y entre sus amigos.
  • Practique el espacio personal. Dale a cada niño un círculo de hula-hoop o de cuerda para que represente su espacio personal. ¿Qué pueden hacer dentro de él?