El padre de Bill Gates, que inspiró la filantropía de Bill y Melinda, ha fallecido a los 94 años
Bill Gates Sr., el padre de uno de los empresarios tecnológicos más famosos de la historia moderna, ha muerto a los 94 años. En un post en Instagram, Bill Gates compartió la noticia, diciendo: «Nunca dejé de aprender de su sabiduría, bondad y humildad»
Gates también atribuye a su padre el mérito de haberles impulsado a él y a Melinda hacia la caridad. «Melinda y yo tenemos una deuda especial con él porque su compromiso de servir a la comunidad y al mundo ayudó a inspirar nuestra propia filantropía»
Hace cuatro años, entrevisté a Bill Gates, Sr. por correo electrónico sobre cómo fue criar a Bill Gates y qué papel desempeñó en el fomento de la filantropía de Bill y Melinda.
En aquel momento escribió:
Mi difunta esposa Mary creía firmemente en una idea del Libro de Lucas: «A quien mucho se le da, mucho se espera». Desde el principio, ella lo inculcó como un valor importante en nuestra familia.
Cuando su riqueza creció gracias a Microsoft, Bill y Melinda empezaron a recibir muchas cartas de organizaciones sin ánimo de lucro de la zona de Seattle pidiendo contribuciones benéficas. Pero en aquella época, les resultaba difícil dedicar tiempo a ese tipo de cosas porque criar a su familia y dirigir Microsoft era algo a tiempo completo, y tener una fundación familiar privada no es una operación sencilla. El plan de Bill y Melinda era dedicarse en serio a la filantropía cuando Bill se retirara de Microsoft. Eso cambió después de que Mary enfermara de cáncer y falleciera en 1994, y yo me retirara del ejercicio de la abogacía.
Algunos meses después, mientras esperábamos en la cola para ver una película, sugerí a Bill y Melinda que, con mi nueva condición de vida, tal vez podría ayudarles en sus actividades benéficas. Pensé que sería un trabajo de jubilación divertido para mí y un beneficio para ellos si revisaba las solicitudes de dinero y regalaba algunas. Llamé a Bill una semana después para hacer un seguimiento y me dijo: «Bueno, papá, hemos decidido que vamos a crear una fundación con 100 millones de dólares». Me quedé atónito y encantado. No mucho después, extendí el primer cheque: 80.000 dólares para un programa local contra el cáncer.
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