Examen radiográfico con la sonda de Miller-Abbott

Introducción

La dilatación del tracto gastrointestinal mediante una sonda gástrica fue sugerida por primera vez, en 1884, por Kussmaul y Cahn (1) como ayuda en el tratamiento de los casos de íleo. Con el mismo fin, Westerman (2) y McIver et al. (3) utilizaron la sonda duodenal. La técnica de desinflamación duodenal fue mejorada en gran medida por Wangensteen (4), quien introdujo el uso de un aparato de succión-sifonaje continuo con la sonda duodenal. El resultado fue una disminución de la mortalidad del íleo agudo (Wangensteen y Paine (5), 1933).

Una serie de experimentos en fisiología del intestino delgado, en la clínica de Miller, que requerían intubación, dieron como resultado el desarrollo, por parte de Abbott, de un tubo de doble lumen para este fin, conocido ahora como «tubo de Miller-Abbott» (Miller y Abbott (6), 1934). El menor de los dos lúmenes se conecta con una pequeña punta metálica perforada alrededor de la cual se fija un pequeño globo de goma; a través de este lumen el globo puede inflarse y desinflarse inyectando o retirando aire. Cerca del extremo del lumen más grande hay tres o cuatro orificios a través de los cuales se puede aspirar gas y fluido o inyectar material fluido. Abbott demostró que era necesario inflar adecuadamente el globo, después de que hubiera pasado al duodeno, para permitir que el peristaltismo moviera la sonda caudalmente en el intestino. Abbott y Johnston (7) aplicaron esta sonda al tratamiento, localización y diagnóstico de lesiones obstructivas del tracto intestinal.

La técnica de inserción de la sonda, tal como se utiliza en el Presbyterian Hospital, ha sido descrita en detalle por Leigh, Nelson y Swenson (8). Parece innecesario discutirla aquí, excepto para comentar que se necesita un poco de experiencia y que el principiante no debe desanimarse durante sus primeros intentos.

El uso de la sonda de Miller-Abbott en el tratamiento del íleo mecánico y paralítico, en el Hospital Presbiteriano, ha sido seguido por una sorprendente disminución en la mortalidad de estas condiciones. Los resultados en 76 casos han sido comunicados por Leigh, Nelson y Swenson (9). Baste decir aquí que la mortalidad de toda la serie de 76, incluyendo los casos con peritonitis y gangrena del intestino, fue de aproximadamente el 16%. Esto incluye siete de los primeros casos en los que se intentó pasar la sonda sin éxito. En los 69 casos en los que la sonda pasó al intestino delgado, la mortalidad fue del 5,9%. La mortalidad en 38 casos de íleo mecánico en los que se utilizó la sonda se redujo al 7%. En 50 casos de íleo mecánico y paralítico sin complicaciones, ha habido una muerte, una mortalidad del 2%.

El propósito de esta comunicación es discutir el papel que desempeñan los métodos de examen roentgen en el procedimiento de la sonda de Miller-Abbott.

Examen con rayos roentgen

En el proceso de pasar la sonda al duodeno, la ayuda fluoroscópica puede ser necesaria, pero a medida que se adquiere experiencia debe utilizarse cada vez con menos frecuencia.