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Los osos pardos entran en un periodo de descanso invernal entre octubre y diciembre. Suelen cavar una guarida que pueden utilizar durante varios años consecutivos. Las cuevas naturales o las fisuras de las rocas a veces también sirven de refugio. Antes de que llegue el invierno, los osos acolchan bien sus guaridas con hierba, hojas, helechos, musgo y líquenes. Este acogedor agujero es ideal para dormitar, porque los osos pardos no son «verdaderos» hibernadores como, por ejemplo, los erizos. Aunque la frecuencia de sus latidos y su respiración se ralentiza, los osos se despiertan fácilmente y son capaces de defenderse en caso de ataque.

Antes de su descanso invernal, los osos deben comer lo suficiente para formar una capa decente de grasa, ya que pierden alrededor de un tercio de su peso corporal durante esta fase de sueño. Por cierto, la comunidad científica está dividida sobre cómo describir la condición de descanso de los osos: como sueño invernal, reposo invernal, torpor, hibernación – todos estos términos están en circulación. Pero siempre se trata de ahorrar energía durante una época de escasez de alimentos.

A menudo se asume falsamente que los osos se meten en sus guaridas por el frío. Pero al contrario que nosotros, los humanos, el oso es relativamente insensible a los grados bajo cero, la nieve y las heladas. Los osos aprovechan la rica época otoñal, en la que se pueden recolectar frutos que contienen mucha grasa y azúcar, como nueces, hayucos, semillas, bayas, etc., para atiborrarse de grasa. Esta capa de grasa les permite sobrevivir en invierno, bajo la condición de un consumo energético reducido. Para ello, el descanso es una condición previa importante.