Fronteras de la Psicología
Las personas también pueden hacer frente a la incertidumbre de forma patológica (Grupe y Nitschke, 2013; Carleton, 2016a). Por ejemplo, los individuos con trastorno obsesivo compulsivo podrían utilizar conductas de comprobación repetidas para gestionar su incertidumbre (Tolin et al., 2003). Del mismo modo, los individuos con trastorno de ansiedad generalizada podrían participar en la preocupación repetida para gestionar sus percepciones de incertidumbre (Dugas et al., 1997; Davey y Wells, 2006). La vía completa de causa-efecto para la relación entre el afrontamiento de la incertidumbre y la patología no se ha resuelto definitivamente (Shihata et al., 2016); sin embargo, hay pruebas sustanciales de que el aumento de la tolerancia a la incertidumbre produce reducciones autoinformadas y conductuales en la patología (Hewitt et al., 2009; Barlow et al., 2011; Farchione et al., 2012; Mahoney y McEvoy, 2012; Boswell et al., 2013; Cuijpers et al., 2014; McEvoy y Erceg-Hurn, 2015). Esto sugiere que la tolerancia a la incertidumbre y el afrontamiento asociado pueden ser factores etiológicos importantes (Boswell et al., 2013; Carleton, 2016a). En cualquier caso, la comprensión de las formas en que las personas regulan y, en última instancia, afrontan la incertidumbre es una importante dirección de investigación futura. Una mayor comprensión de la diversidad de estrategias de regulación y de afrontamiento y los resultados de estas estrategias puede entonces informar el desarrollo de intervenciones para ayudar a las personas a lidiar más eficazmente con la incertidumbre en sus vidas.
Invertir la flecha causal: ¿Puede el afecto influir en la incertidumbre?
En este artículo nos hemos centrado en que la incertidumbre provoca sentimientos afectivos, pero también es posible la causalidad en la dirección opuesta. Es decir, ¿puede el sentimiento afectivo influir en la experiencia de la incertidumbre? ¿Las personas que experimentan determinadas emociones tienen diferentes experiencias de incertidumbre? No conocemos datos ni teorías que lo demuestren directamente, pero, como se ha descrito anteriormente, existe una amplia literatura que describe cómo el afecto y las emociones influyen en las percepciones del riesgo (Johnson y Tversky, 1983; DeSteno et al., 2000; Lerner y Keltner, 2001; Loewenstein et al., 2001) y en las decisiones (Schwarz y Clore, 1983; Damasio, 1994, 1996; Slovic et al., 2007) en situaciones de complejidad, ambigüedad e indeterminación. Así, el afecto y las emociones parecen influir en la mente en contextos en los que también está presente la incertidumbre. Se necesita más investigación para comprobar directamente si el afecto puede influir directamente en la incertidumbre, y si existe una relación bidireccional entre la incertidumbre y el afecto. El trabajo teórico futuro debería intentar integrar ambas direcciones causales en una teoría: cómo la incertidumbre influye en el afecto y cómo el afecto influye en la incertidumbre.
Conclusiones
El objetivo de este artículo era revisar y sintetizar brevemente la literatura sobre la relación entre la incertidumbre y el afecto. Aunque la mayor parte de la investigación empírica y teórica hasta la fecha se ha centrado en los efectos negativos de la incertidumbre sobre el afecto (Gray y McNaughton, 2000; McGregor et al., 2009; van den Bos, 2009; Hirsh et al., 2012; Grupe y Nitschke, 2013; Carleton, 2016a), hay algunas pruebas experimentales que sugieren que la incertidumbre tiene efectos positivos (Kurtz et al., 2007) y también intensifica (Bar-Anan et al., 2009) o amortigua los sentimientos afectivos (van Dijk y Zeelenberg, 2006). La pregunta obvia es por qué la incertidumbre conduce a estos resultados diferentes y qué factores moderan y median sus efectos. Los marcos teóricos existentes no se centran explícitamente en la relación entre la incertidumbre y el afecto, y son más descriptivos que explicativos. Sugerimos que la incertidumbre influye en los estados afectivos al provocar la simulación mental de posibles resultados futuros. Además, las personas son propensas a simular principalmente resultados negativos, lo que, a su vez, tiende a generar un afecto negativo. También proponemos la existencia de varios moderadores importantes de este proceso, incluyendo el contexto y otros factores de situación, así como diferencias individuales como la tolerancia a la incertidumbre. Nuestra síntesis también pone de relieve cómo las respuestas negativas a la incertidumbre también pueden ser controladas por las estrategias de regulación de la emoción. Por último, ofrecemos hipótesis generadas por nuestro enfoque, destacamos importantes lagunas de conocimiento y áreas prometedoras para futuras investigaciones, tanto empíricas como conceptuales, para mejorar nuestra comprensión de la relación entre la incertidumbre y el afecto.
Contribuciones de los autores
Todos los autores enumerados han hecho una contribución sustancial, directa e intelectual al trabajo, y lo han aprobado para su publicación.
Conflicto de intereses
Los autores declaran que la investigación se llevó a cabo en ausencia de cualquier relación comercial o financiera que pudiera interpretarse como un potencial conflicto de intereses.
Agradecimientos
Un agradecimiento especial a Deanna Williams por su ayuda en el diseño de las figuras.
Damasio, A. R. (1994). El error de Descartes: La emoción, la razón y el cerebro humano. New York, NY: Grosset/Putnam.
Google Scholar
Ellsberg, D. (1961). Riesgo, ambigüedad y los axiomas salvajes. Q. J. Econ. 75, 643-669.
Google Scholar
Gray, J. A., y McNaughton, N. (2000). La neuropsicología de la ansiedad: An enquiry into the functions of the septo-hippocampal system. 2nd Edn. New York: Oxford University Press.
Google Scholar
Greenberg, J., Solomon, S., y Pyszczynski, T. (1997). «Teoría de la gestión del terror de la autoestima y las visiones culturales del mundo: evaluaciones empíricas y refinamientos conceptuales» en Advances in experimental social psychology. ed. Zanna, M. (New York: Academic Press), 61-139.
Google Scholar
Gross, J. J. (2014). «Regulación de las emociones: fundamentos conceptuales y empíricos» en Handbook of Emotion Regulation. (Nueva York: Guilford Press), 3-20. doi: 10.1080/00140130600971135
CrossRef Full Text | Google Scholar
Jeannerod, M. (1994). El cerebro que representa: correlatos neurales de la intención motora y la imaginería. Behav. Brain Sci. 17, 187-202. doi: 10.1017/S0140525X00034026
CrossRef Full Text | Google Scholar
Kahneman, D. (2011). Pensar, rápido y lento. Nueva York, Estados Unidos: Farrar, Straus and Giroux.
Google Scholar
Katz, J. (2002). El mundo silencioso del médico y el paciente. Baltimore y Londres. Johns Hopkins University Press.
Google Scholar
Lerner, M. J. (1980). La creencia en un mundo justo. Boston, MA: Springer.
Google Scholar
Lowe, R., y Ziemke, T. (2013). «Exploring the relationship of reward and punishment in reinforcement learning» en IEEE symposium on adaptive dynamic programming and reinforcement learning, ADPRL, 140-147.
Google Scholar
Smithson, M. (1989). Ignorancia e incertidumbre: Paradigmas emergentes. New York, NY, USA: Springer Verlag.
Google Scholar
van den Bos, K. (2009). Dar sentido a la vida: el yo existencial tratando de lidiar con la incertidumbre personal. Psychol. Inq. 20, 197-217. doi: 10.1080/10478400903333411
CrossRef Full Text | Google Scholar