Jackie KennedyAndy Warhol

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En 1962 Warhol comenzó a realizar retratos de celebridades como Mick Jagger y Marilyn Monroe cuyos rostros icónicos, para él, eran tan importantes como el de la Mona Lisa. Entonces, en 1963, Estados Unidos se paralizó por el asesinato del presidente John F. Kennedy. Según los informes, Warhol parecía impasible ante el suceso, pero más tarde se interesó por las imágenes de la desconsolada Jackie Kennedy que aparecían en los periódicos y boletines de la época.

Ese mismo año, Warhol decidió hacer una carpeta de grabados de Jackie, eligiendo dos fotografías de ella con su traje rosa de Chanel antes del asesinato, dos de la toma de posesión de Lyndon B. Johnson y cuatro del funeral de su marido. De este modo, el portafolio de Warhol presenta un retrato del dolor perseguido por el espectro de la felicidad pasada. Los colores tienden a ser apagados, con grises y azules colocados sobre el negro profundo de la imagen fotocopiada de la ex primera dama, con sus bellos rasgos y su estilo glamuroso congelados en el tiempo. Aunque no era una estrella de cine, Jackie había conquistado el corazón de las mujeres de toda América. La decisión de Warhol de centrarse en su rostro en lugar del de su marido demuestra su astuto instinto para elegir un icono.

Además de comentar la repetición de imágenes durante el frenesí mediático en torno a la muerte de Kennedy, las obras también revelan la propia preocupación de Warhol por la muerte. Este tema se traslada a su obra en forma de calaveras, pistolas y sillas eléctricas. Los críticos también han especulado con la posibilidad de que la educación católica ortodoxa de Warhol haya influido en su fascinación por las mujeres famosas y hermosas, elevándolas a la categoría de santas en una versión moderna del icono religioso, ya que las impregnaba de color y a veces incluso de pan de oro y polvo de diamantes. En un mundo en el que los lectores de noticias y los presentadores de programas de entrevistas tenían más poder que los jefes de la Iglesia Católica, Warhol pudo haber visto la necesidad de una nueva iconografía para una sociedad secular obsesionada con las celebridades.