Las diferencias entre las lesiones postmortem y antemortem
Introducción
La autopsia es un procedimiento valioso realizado por un médico cualificado para evaluar la calidad de la atención al paciente con el fin de evaluar la precisión del diagnóstico clínico. Además, la autopsia determina la eficacia y el impacto de los regímenes terapéuticos para descubrir y definir enfermedades nuevas o cambiantes para aumentar la comprensión de los procesos biológicos de la enfermedad. También ayuda a aumentar la investigación clínica y básica, para proporcionar una salud pública y una educación precisas en relación con la enfermedad y la información factual médico-legal. Los beneficios de la autopsia forense en la criminología son indiscutibles; permite al patólogo ver y describir hallazgos que fueron previamente demostrados y confirmados mediante el uso de la histología para la confirmación (Dolinak, Lew & Matshes 2005).
En la práctica, hay abundantes pruebas de que el diagnóstico clínico todavía tiene margen de mejora y que la autopsia tiene mucho que aportar a la mejora de la atención al paciente. Sin embargo, la patología forense requiere un amplio conocimiento de las diferencias post-mortem y ante-mortem para informar con precisión de los exámenes post-mortem. Por lo tanto, este documento proporcionará comparaciones entre las lesiones ante-mortem y post-mortem. También se intentará desmitificar las críticas que rodean a la autopsia (post-mortem) evaluando los inconvenientes asociados a todos los métodos aplicados en la evaluación de las contusiones.
Ante-mortem y Post-mortem
La post-mortem se refiere a una investigación forense de la causa de la muerte, y se realiza después de que ésta se produzca. Idealmente, los resultados del examen post-mortem se basan en la forma de las lesiones detectadas. En la práctica, existen dos tipos de lesiones en la patología forense: las lesiones ante-mortem y las lesiones post-mortem. Las lesiones ante-mortem se producen antes de la muerte, mientras que las lesiones post-mortem se producen después de la muerte. Por lo tanto, ante-mortem se refiere a eventos que ocurren antes de la muerte.
Comparación de lesiones ante-mortem y post-mortem
Ordinariamente, la naturaleza de las lesiones se utiliza como el principal factor para diferenciar las lesiones ante-mortem de las post-mortem. Por lo tanto, la comparación entre las lesiones ante-mortem y post-mortem puede establecerse con el uso de las apariencias del hematoma o de la herida.
En las lesiones ante-mortem, la hemorragia se asocia con una coagulación en la que los coágulos son laminados, firmes y abigarrados (Greaves 2000). La hemorragia se caracteriza por una cantidad abundante de vasos arteriales (Bardale 2011). La hemorragia post-mortem es leve en los vasos venosos en los que los coágulos están ausentes, o son blandos, no laminados y con apariencia de grasa de pollo friable (amarilla) (Vanezis 2001).
Además, los bordes de las heridas ante-mortem aparecen abiertos, desviados e hinchados, mientras que los bordes de las heridas post-mortem están apuestos sin hinchazón.
Por otra parte, la interpretación de los hematomas sirve como enfoque principal para la diferenciación de las lesiones ante-mortem y post-mortem. De ordinario, la aparición de hematomas es indicativa de la causa y el momento en que se produjo el hematoma. Sin embargo, cabe señalar que la localización del hematoma se considera bastante útil en los exámenes forenses. Algunas partes del cuerpo son más propensas a sufrir hematomas que otras. Por ejemplo, se sabe que los hematomas se producen más fácilmente donde hay un tejido suelto, como las cejas o la grasa subcutánea, que en las zonas donde un tejido está fuertemente sujeto. Además, la naturaleza de la superficie y la fuerza implicada determinan la intensidad, la forma, el patrón y el tamaño del hematoma resultante (Vanezis 2001). Por lo tanto, es bastante fácil determinar la naturaleza del objeto utilizado para causar la lesión, aunque hay otros factores a tener en cuenta.
En general, los hematomas ante-mortem pueden diferenciarse de los post-mortem mediante el uso de las principales características observadas en el envejecimiento histológico. Lo ideal es utilizar el envejecimiento histológico para datar los hematomas ante-mortem. Los hematomas sufren cambios histológicos desde la fecha de aparición hasta la curación. Poco después de la aparición de un hematoma, se produce una inflamación en la que se produce una respuesta hemostática y vascular. Esto tiene lugar entre uno y tres días después de la lesión. La segunda fase incluye la regeneración de los tejidos conectivo y epitelial, que se produce hasta 14 días, mientras que la formación de la cicatriz se produce después de varios meses (Vanezis 2001). Por lo tanto, estos cambios ayudan a diferenciar las contusiones ante-mortem de las post-mortem. En la práctica, las contusiones ante-mortem manifiestan cualquiera de estas características, pero las contusiones post-mortem no muestran todos estos rasgos porque las células muertas no sufren estos procesos biológicos.
Métodos de evaluación
Algunos de los métodos más fiables aplicados para distinguir las lesiones ante-mortem de las post-mortem incluyen la histoquímica enzimática, la microscopía y la serología. Otros métodos utilizados en la evaluación de los hematomas son el examen macroscópico directo del cadáver, la evaluación objetiva del color y la evaluación macroscópica a simple vista y fotográfica.
La histoquímica enzimática implica la cuantificación de varias enzimas en el cuerpo para determinar el momento en que se produjo el hematoma. Normalmente, la histoquímica enzimática de las lesiones ante mortem muestra reacciones vitales positivas y negativas. En cambio, las reacciones vitales están ausentes en las lesiones post-mortem (Bardale 2011). Otro enfoque de diagnóstico bioquímico importante para distinguir las lesiones ante-mortem de las post-mortem es la cuantificación del leucotrieno B4 (LTB4) con HPLC. En la práctica, el leucotrieno B4 está presente en las lesiones ante-mortem, pero está ausente en las lesiones post-mortem (He & Zhu 1996).
A pesar de los beneficios relacionados con la evaluación bioquímica de las lesiones, abarca varios inconvenientes. Por ejemplo, la descomposición del cuerpo provoca la degradación de algunas de las enzimas más fiables contenidas en la hemoglobina y esto puede llevar a una interpretación errónea del hematoma (Vanezis 2001). Además, la serotonina y la histamina, que son los principales componentes analizados durante la evaluación bioquímica, se degradan con la putrefacción del cuerpo de la víctima.
Por otra parte, la microscopía de las lesiones ante mortem muestra la infiltración de glóbulos rojos y leucocitos dentro de las fibras musculares en las que están presentes las plaquetas. En las lesiones post-mortem, la microscopía no muestra infiltración de glóbulos rojos ni presencia de plaquetas en los coágulos, y la serología no indica un aumento del contenido de histamina y serotonina (Waters 2010).
En la mayoría de los casos, el examen microscópico se basa en determinar la presencia de hemosiderina en el cuerpo. Normalmente, la hemosiderina se produce en el cuerpo, poco después de la muerte. Sin embargo, los depósitos de hemosiderina aparecen en diferentes órganos del cuerpo en intervalos de tiempo variables (Akgoz, Eren, Fedakar & Turkmen 2008). Por ejemplo, la hemosiderina aparece en el tejido subcutáneo entre 24 y 48 horas después de la lesión, mientras que su aparición en el cerebro tarda 4 días (Vanezis 2001).
Por lo tanto, estas diferencias temporales comprometen la exactitud de la evaluación microscópica; de este modo, se presentan dificultades para diferenciar las lesiones ante-mortem de las post-mortem.