Ciencia cognitiva: Los simios persistentes son simios inteligentes | RegTech

El autocontrol es uno de los procesos cognitivos más difíciles de entender, y también de estudiar. La mayoría de nosotros tenemos una fuerte intuición sobre lo que es el autocontrol, pero sin embargo es difícil de definir con el suficiente rigor como para estudiarlo en el laboratorio. El campo se caracteriza no sólo por los debates empíricos habituales, sino también por debates de definición elementales sobre qué es y qué no es el autocontrol, y si se trata de una sola cosa o de varias distintas. Estas cuestiones, que ya son difíciles de abordar en los estudios con humanos, son aún más importantes en los estudios con animales, donde no podemos hablar directamente con nuestros sujetos. Un nuevo estudio de Beran y Hopkins, publicado en este número de Current Biology, supone un gran avance al vincular el autocontrol con la inteligencia general de los chimpancés.

A pesar de la dificultad para definir y medir el autocontrol, el problema no es meramente filosófico. De hecho, comprender el autocontrol es de vital importancia. La disminución del autocontrol es una característica que define muchas enfermedades, como la adicción y la depresión, y los tratamientos diseñados para mejorar el autocontrol mejoran estos problemas. El autocontrol es también un elemento central en una gran variedad de problemas sociales, como la obesidad y las disparidades educativas. Al igual que en las enfermedades psiquiátricas, los tratamientos diseñados para mejorar el autocontrol han mostrado algunos éxitos preliminares (por ejemplo).

Estos posibles vínculos entre el autocontrol y otros aspectos de la cognición sugieren que un camino fértil para estudiar el autocontrol es centrarse en los vínculos más amplios entre las medidas de autocontrol y las medidas más generales del funcionamiento cognitivo. La inteligencia general está vinculada a muchas características importantes de la mente y, como tal, proporciona un valioso punto de entrada a gran parte de la cognición. En los seres humanos, la inteligencia general se ha relacionado con la capacidad de retrasar la gratificación inmediata en favor de una mayor ganancia futura, un rasgo que está estrechamente relacionado con el autocontrol . Asimismo, el rendimiento de los niños en la clásica tarea del malvavisco, que consiste en persistir en la decisión de abstenerse de comer un solo malvavisco, se ha relacionado con las puntuaciones en las pruebas de inteligencia general . Estos vínculos sugieren que un conjunto común de funciones mentales puede subyacer a una amplia variedad de habilidades cognitivas.

El campo del autocontrol animal está acosado por una escasez de medidas validadas. Por ejemplo, la tarea de elección intertemporal es quizás la herramienta más utilizada para estudiar el autocontrol en animales no humanos; sin embargo, los críticos inspirados en el foraging han argumentado que la prueba mide la comprensión de la tarea y el sesgo atencional, factores psicológicos que son importantes, pero que no son estrictamente autocontrol. No obstante, entender el autocontrol en los animales es extremadamente importante: es mucho más fácil para los científicos medir y manipular los cerebros de los animales no humanos que los de los humanos. Además, el estudio de una variedad de especies animales nos da una visión más amplia: al comparar entre especies, podemos entender las propiedades generales del autocontrol y su evolución.

En su nuevo estudio, Beran y Hopkins muestran que el autocontrol en los simios está asociado con la inteligencia general. Aprovecharon dos avances metodológicos hasta ahora no relacionados, pero acertados. En primer lugar, Hopkins y sus colegas han desarrollado una medida robusta de la inteligencia de los simios; estas medidas se centran en los dominios de la cognición social física, no en los elementos que tienen una clara conexión con el procesamiento inhibitorio. En segundo lugar, Beran y sus colegas han desarrollado técnicas originales para medir el autocontrol en animales; este trabajo evita los problemas de las medidas anteriores de autocontrol.

A diferencia de las tareas intertemporales típicas, los animales que realizan la Tarea de Retraso Híbrida tienen la opción de terminar la entrega de la gran recompensa antes de tiempo tomando los alimentos acumulados antes de que se haya entregado todo el conjunto de recompensas. Esto significa que los aspectos del mantenimiento durante el periodo de retraso pueden disociarse de los artefactos de elección que tienen que ver con las preferencias por las recompensas más grandes. De hecho, el impulso de apuntar a recompensas mayores es un factor de confusión en muchos tipos de tareas de elección intertemporal. Al permitir la terminación temprana de la acumulación de recompensas, se puede medir directamente un elemento crítico del autocontrol, la persistencia dentro de un patrón de comportamiento seleccionado.

Importantemente, el correlato de inteligencia más fuerte con el autocontrol que Beran y Hopkins observaron es un componente que llaman eficiencia, que mide la persistencia, no la elección autocontrolada. Este resultado es coherente con la idea de que la capacidad de persistir en el tiempo frente a la tentación es la clave del autocontrol; en comparación, la capacidad de elegir la opción controlada tiende a estar débilmente correlacionada, si es que lo está, con el autocontrol tanto en humanos como en animales. Esta idea recuerda a la observación de que el comportamiento en la tarea Marshmallow (una tarea de persistencia) predice fuertemente las medidas posteriores de éxito, pero el comportamiento en la tarea de elección intertemporal (que no requiere persistencia) está sólo modestamente correlacionado. Estos resultados proporcionan una cierta validación de la idea de que la tarea de elección intertemporal es una mala medida del autocontrol en los animales, y que el uso de tareas que requieren persistencia en los animales será fundamental para la comprensión del autocontrol.

El hecho de que el rendimiento del autocontrol y la inteligencia general compartan una relación tanto en los seres humanos como en los primates plantea interesantes posibilidades para obtener más información sobre la evolución del comportamiento inteligente. Es posible que las presiones selectivas para los procesos inhibitorios hayan servido como motor de la evolución cognitiva de los primates. Esta explicación explicaría la relación entre la capacidad de los primates de no responder para obtener mayores recompensas y la inteligencia. Otra posibilidad es que la monitorización cognitiva sea la base del éxito en la tarea de retardo híbrido y en las pruebas de inteligencia general. La evidencia de que la monitorización, un proceso metacognitivo, es el vínculo clave, proviene de la fuerte relación observada entre la eficiencia (que requiere monitorización) con la inteligencia general, pero no con las preferencias por las opciones posteriores más grandes (que no las requiere).

Estos resultados son todavía algo especulativos – como debe ser dada la innovación demostrada aquí. Un debate interesante en la literatura reciente es si el autocontrol es de alguna manera cualitativamente diferente de otras formas de elección económica . Si no hay ninguna diferencia importante, entonces el autocontrol puede relacionarse con la inteligencia general porque es sólo una forma de preguntar por el funcionamiento coherente de los sistemas cerebrales implicados en la integración de la información sobre el entorno para guiar el comportamiento adaptativo.