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Probablemente tengas en casa un tensiómetro, un aparato que puedes comprar por poco dinero en una farmacia, y que te permite hacer una medición precisa de la presión arterial. La difusión de este aparato no sólo se debe a su practicidad, sino también a un fenómeno de importancia clínica denominado hipertensión de bata blanca, que es una elevación de la presión arterial por encima de los valores normales sólo cuando la mide el personal sanitario en el hospital, pero no en la vida cotidiana. Thomas Pickering, que acuñó el término, descubrió que la presión arterial es más alta cuando la toma un médico que cuando la toma una enfermera, y que es una respuesta benigna y transitoria al estrés. Una persona con hipertensión de bata blanca podría ser diagnosticada erróneamente como hipertensa, lo que conlleva problemas como los efectos secundarios de la medicación, el coste económico, etc. Evitar estos falsos positivos explica que los protocolos clínicos actuales recomienden hacer mediciones en casa y en el hospital, y compararlas.
¿Sucederá esto en el sistema ocular, que está regulado por los mismos mecanismos neuronales que los vasos sanguíneos? Este fue el objetivo de un estudio realizado en nuestro laboratorio de la UAB. El interior del ojo contiene un fluido llamado humor acuoso, que se produce y drena continuamente, manteniendo constante la presión intraocular. Una presión excesiva puede dañar el nervio óptico, que lleva la información de la retina al cerebro, lo que genera la percepción visual. El aumento de la presión intraocular es la principal causa de glaucoma, que a su vez es la principal causa no congénita de ceguera.
En el estudio, se simuló un contexto clínico en el que personas sanas acudían a medir la presión intraocular mediante un dispositivo denominado tonómetro. Nada más llegar, los participantes cumplimentaron un cuestionario para evaluar su estado de ansiedad; a continuación, se les midió la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la presión intraocular. Por último, se evaluó su rasgo de ansiedad, que indicaba una predisposición a experimentar respuestas de ansiedad general. Los resultados indicaron que las personas con un estado de ansiedad elevado y/o un rasgo de ansiedad elevado mostraban aumentos en la presión intraocular y la frecuencia cardíaca. ¿Significa esto que las personas que acuden a la consulta de oftalmología con ansiedad, o las que tienen una personalidad ansiosa, pueden mostrar valores de presión intraocular transitoria más altos? Probablemente sí. ¿Significa esto que en algunos casos puede estar realizándose un diagnóstico clínico inadecuado? Aunque nuestros resultados coinciden con los de otros equipos de investigación, todavía no tenemos una respuesta definitiva, ya que hemos realizado este estudio con una población sana y en un contexto simulado. Los próximos pasos de nuestro equipo serán comprobar si también se produce en contextos clínicos reales y con personas con valores aparentemente anormales, lo que supondría una evidencia adicional de lo que hemos denominado hipertensión ocular de bata blanca.