Brabante

Brabante, ducado feudal que surgió tras el declive y el colapso del imperio carolingio franco a mediados del siglo IX. Centrado en Lovaina (actual Lovaina) y Bruselas, era una división del antiguo ducado de la Baja Lorena, que se dividió en Brabante, Luxemburgo, Henao, Namur y otros pequeños estados feudales en el siglo XI.

El remanente del ducado de la Baja Lorena estaba en manos de Enrique I el Batallador de la Casa de Lovaina, que en 1190 asumió el título de duque de Brabante. Tres generaciones de sus herederos gobernaron con relativa tranquilidad. En 1283 Juan I de Brabante compró el ducado de Limburgo a Adolfo V de Berg y se aseguró esta adquisición derrotando y matando a su competidor, Enrique de Luxemburgo, en la batalla de Woeringen (5 de junio de 1288).

A cambio de la financiación de sus gastos militares y de la corte, los duques de Brabante tenían que garantizar los derechos y privilegios de varios señores y burgueses locales. Por la carta de Cortenberg (27 de septiembre de 1312), por ejemplo, el duque Juan II encomendó la imposición de impuestos a un consejo de burgueses y nobles que velaría por el mantenimiento de la justicia y la aplicación equitativa de las leyes. El siguiente duque, Juan III, demostró ser un astuto diplomático que fortaleció el ducado mediante ventajosas alianzas matrimoniales con los principados vecinos. Cuando Johanna, la hija de Juan III, y su marido, el duque Wenceslao de Luxemburgo, accedieron al ducado de Brabante, concedieron la carta de derechos conocida como Joyeuse Entrée (q.v.; 3 de enero de 1356). Esta gran carta constitucional dio a Brabante una posición excepcional entre los estados feudales de los Países Bajos y le permitió desempeñar un papel eminente en siglos posteriores en la resistencia contra los gobernantes absolutistas.

Sin embargo, cuando Johanna sucedió al título de Brabante, fue desafiada por el marido de su hermana, Luis II, conde de Flandes. Durante las luchas que siguieron, Johanna siguió gobernando Brabante y, tras la muerte de Wenceslao, Luxemburgo, pero tuvo que recurrir a la ayuda de la casa de Borgoña. En 1390 cedió sus derechos a su sobrina Margarita de Flandes, casada con Felipe II el Temerario de Borgoña. Cuando la línea familiar se extinguió en 1430, la herencia pasó a Felipe III el Bueno de Borgoña, acontecimiento que marcó el fin de la existencia independiente del ducado de Brabante. El ducado pasó a la casa de Habsburgo en 1477 tras el matrimonio de la nieta de Felipe, María, con el archiduque Maximiliano. El control del ducado pasó a manos del rey español de los Habsburgo Felipe II en 1556.

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Bajo el gobierno de Felipe comenzó la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648), en la que los holandeses lograron su independencia de España. En el transcurso de esta prolongada lucha, Brabante se dividió en partes del norte y del sur. El sur permaneció bajo dominio español y el norte pasó a manos de los holandeses. La parte norte, con algunas extensiones adicionales, forma ahora la provincia holandesa de Brabante Septentrional (q.v.; Brabante Septentrional).

La parte sur siguió siendo una posesión española hasta que fue cedida por los Tratados de Utrecht (1713) a los Habsburgo austriacos. En la Revolución de Brabante de 1789-90, la provincia organizó una infructuosa resistencia armada contra la derogación de la Joyeuse Entrée por parte del emperador austriaco José II. El Brabante meridional acabó formando parte de Bélgica y actualmente está dividido en las provincias de Brabante Flamenco y Brabante Valón.

La influencia de las tradiciones democráticas y constitucionalistas de Brabante en el Estado belga moderno queda atestiguada por la bandera de Bélgica, que utiliza los colores brabanzones: rojo, amarillo y negro. El título de duque de Brabante se ha recuperado como estilo del hijo mayor del rey de Bélgica.