Médico y farmacéutico: ¡vuelta a la botica!
La Política Nacional de Medicamentos de Australia incorpora cuatro principios: disponibilidad, calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos; acceso oportuno a medicamentos asequibles; uso de calidad de los medicamentos (QUM); y una industria farmacéutica responsable y viable. La promoción del QUM requiere un enfoque multidisciplinar, que incluya las contribuciones del gobierno, la industria farmacéutica, los profesionales de la salud, los consumidores y el mundo académico. Sin embargo, existen importantes tensiones y efectos no deseados asociados al enfoque multidisciplinar, especialmente con las relaciones entre los prescriptores y los dispensadores de medicamentos. El médico generalista y el farmacéutico comparten un ancestro común: el boticario. La separación entre la dispensación y la prescripción, iniciada en la Europa medieval y en la Inglaterra del siglo XIX, replanteó y limitó la relación médico-paciente a una relación de diagnóstico, prescripción y gestión no farmacológica. El papel de los farmacéuticos se limitó a la dispensación, aunque la tendencia actual es que sus responsabilidades se amplíen. Los antecedentes históricos, la contribución de un número cada vez mayor de actores a los costes de la asistencia sanitaria, el seguro sanitario universal y un marco normativo en evolución, son algunos de los factores que influyen en las relaciones médico-farmacéutico. La prescripción y dispensación de medicamentos debe estar guiada por una estructura de gobernanza clínica ética que englobe a los profesionales de la salud, los reguladores, la industria farmacéutica y los consumidores. Debe haber un estrecho control de la seguridad y la eficacia, y la promoción del uso de calidad de los medicamentos y la mejora de los resultados de los pacientes. La formación continua y el desarrollo profesional, dentro y fuera de los límites profesionales, son esenciales para apoyar una práctica interprofesional armoniosa y rentable. El enfoque debe ser «apoteósico», con funciones y responsabilidades complementarias para el prescriptor y el dispensador dentro de la relación terapéutica entre el paciente y el médico, y no adversario.