Off The Cuff: Vacunación infantil: Buenas y malas noticias
Q: En 2015, un brote de sarampión en varios estados, desencadenado en Disneylandia, recordó a los estadounidenses la amenaza siempre presente de las infecciones infantiles de rápida propagación. Una encuesta del Pew Research Center de 2016 encontró un amplio apoyo en Estados Unidos a la vacunación infantil. Está el movimiento antivacunas en declive?
A: Hay buenas y malas noticias. La mala noticia es que el presidente Trump lleva tiempo expresando su creencia de que las vacunas causan autismo. Él es del bando de «demasiadas, demasiado pronto» -tiene una imagen de una aguja de caballo siendo administrada a pequeños bebés.
La buena noticia es que la mayor parte de la prensa dominante entiende que la cuestión está zanjada. Han dejado de dar la misma importancia a ambos puntos de vista, porque la literatura científica está firmemente del lado de que no hay asociación entre las vacunas infantiles y el autismo. Aunque, en la encuesta de Pew, alrededor del 25% de los padres expresaron algunas dudas sobre las vacunas, esa cifra se ha mantenido estable durante los últimos 10 o 15 años, y la mayoría de esos padres, de hecho, vacunarán a sus hijos. Los padres también se están dando cuenta de que rechazar la vacunación tiene su lado negativo: no se trata sólo de la libertad de elección, sino de que su hijo podría estar en peligro por la decisión de otros padres que han rechazado las vacunas para sus hijos. Y los estados se están dando cuenta de que probablemente les conviene no conceder tantas exenciones de vacunación como en el pasado, porque el seguimiento incluso de estos mini brotes es muy caro.
Si se observa en todos los estados, las tasas de vacunación han mejorado, pero hay bolsas en las que no lo han hecho. Uno de ellos es el condado de Marin, California. También hay una bolsa en Texas. Y hay focos entre grupos religiosos que no creen en la vacunación. De hecho, de ahí provienen muchas de las epidemias recientes: grupos de niños visitaron un país donde el sarampión es endémico y lo trajeron de vuelta.
Estos focos son preocupantes. También lo es la persistencia de esta noción de que la seguridad de las vacunas infantiles se conoce o estudia de forma imperfecta. Pero uno de los mayores problemas es que tenemos una generación de padres que nunca han visto estas infecciones. No han sido testigos de las complicaciones del sarampión, por ejemplo. Piensan que es una enfermedad benigna, una especie de efecto Brady Bunch. Pero el sarampión puede ser mortal, y los niños vuelven a estar expuestos.