Actinomyces israelii

Actinomyces israelii, o simplemente A. israelii, es una bacteria grampositiva con forma de bastón que causa una infección humana llamada actinomicosis.

Llamar a este bicho actinomyces implica que es morfológicamente similar a los hongos, ya que ambos forman filamentos microscópicos ramificados (o micelio), mientras que la palabra Israelii proviene de James Adolf Israel, el cirujano alemán que lo describió por primera vez.

Ok, A. israelii es una bacteria grampositiva con forma de bastón, ya tenemos esa parte, pero lo que esto significa es que se pone morado cuando se tiñe con el gramo.

Cuando hay muchos de ellos, se organizan en forma de filamentos ramificados de color púrpura.

Son anaerobios, lo que significa que crecen mejor sin oxígeno, también son no móviles y no forman esporas.

Pero espera… eso suena exactamente como Nocardia, otro grupo de bacterias filamentosas con forma de bastón, grampositivas, con un montón de otras características similares.

Para distinguirlas, se realiza una tinción ácido-resistente, también llamada tinción de Ziehl-Neelsen.

Con esta prueba, un colorante rojo llamado fucsina de carbono, se une a los lípidos de la pared celular, coloreándolos de rojo.

Luego se aplica alcohol para lavar cualquier tinte que no haya coloreado las bacterias, y se aplica un segundo tinte, azul de metileno.

En las bacterias que no tienen muchos lípidos en su pared celular, como A. Israelii, todo el tinte rojo es lavado por el alcohol, por lo que se ve azul bajo el microscopio, lo que la convierte en una bacteria no acidorresistente.

Por otro lado, Nocardia tiene muchos lípidos en su pared celular, por lo que retiene la fucsina de carbono, y se ve roja bajo el microscopio, lo que la convierte en una bacteria resistente a los ácidos.

Otra diferencia es que A. Israelii es catalasa negativa, por lo que no produce una enzima llamada catalasa, mientras que Nocardia es catalasa positiva.

Por último, A. israelii se cultiva en agar sangre y luego se incuba en condiciones anaeróbicas.

Es un microbio de brillo lento, por lo que tarda hasta 21 días en formar colonias, que parecen placas redondas blancas, con unos pequeños surcos en el centro, formando un aspecto característico de diente de muela.

Ahora bien, A. Israelii puede colonizar asintomáticamente la cavidad bucal, especialmente el espacio entre las raíces y las encías, así como la faringe, donde se reúnen alrededor de las amígdalas, y también el tracto intestinal, y el tracto urogenital, donde coexisten con otras bacterias comensales.

A. Israelii no causa ningún problema al huésped, siempre que el sistema inmunitario de éste las mantenga a raya, restringiendo su crecimiento, e impidiendo que invadan los tejidos en profundidad.

Sin embargo, los problemas surgen cuando el sistema inmunitario se debilita por alguna razón, como en el caso de una infección por el VIH, o de un tumor subyacente o una diabetes mellitus.

Otro motivo es la falta de higiene bucal, que permite que las bacterias proliferen en la cavidad bucal, aumentando la posibilidad de una infección.

Ahora bien, la actinomicosis puede presentarse de varias maneras.

La forma más común es la actinomicosis cervicofacial, que afecta a la región de la boca, la mandíbula y el cuello.

Típicamente comienza con una brecha en la mucosa oral, que puede ocurrir cuando hay un traumatismo en ella, como cuando se realiza un trabajo dental, o si hay un traumatismo en los tejidos locales, como después de una cirugía craneofacial.

Las bacterias pueden aprovechar la barrera epitelial lesionada para introducirse en los tejidos profundos, desencadenando un proceso inflamatorio, que suele ir seguido de la formación de abscesos -bolsas de pus dentro de los tejidos infectados.

Los abscesos pueden fistulizarse, es decir, crear un tracto sinusal, que es como una tubería que drena el pus a través de la piel.

En casos graves, la infección puede extenderse profundamente a los huesos de la mandíbula, dando lugar a una osteomielitis del maxilar o la mandíbula, y a veces puede extenderse al oído medio, dando lugar a una otitis media por actinomicosis.